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         “Tercero, colorado, con buenas defensas…”, LEONARDO PEDRAZ, Sol y Sombra
(1915). 
Pepe-Hillo, en su Tauromaquia de 1796, explica lo siguiente: “No obstante que 
los toros son de naturaleza fiera, comúnmente se asombran de los objetos y temen 
al castigo; de esto nace que usen de la acción defensiva, que consiste en hurtar 
el cuerpo a los objetos que se les aproximan, y en taparse, levantando la 
cabeza, para que no se les descubra el cerviguillo. Lo primero lo vi en la 
suerte de banderillas, cuando al tiempo que el diestro va a meter los brazos, o 
los cita para humillación, se salen de la suerte; y lo segundo, cuando al tiempo 
de ambos actos levantan la cabeza y desarman las banderillas con derrote por 
alto. En esta inteligencia podemos reducir todo el conocimiento del arte de 
torear a sólo dos puntos, que son: la acción ofensiva y defensiva de que usan 
los toros, cuyos actos distintos deben conocerse bien para proporcionarles sus 
suertes respectivas…” 
“Los toros fueron mansos, de mal estilo, desarrollados de defensas y escasos 
de poder (ABC, 1926). En el toro, las astas” (Cossío). 
El Diccionario de la Real Academia Española lo define como arma, instrumento 
u otra cosa con que uno se defiende en un peligro, de donde el sentido figurado. 
Ú.f. plural. Se usa en la frase emplear las defensas (Vázquez).Jerga.
  
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