“…cuando se llevaron al torero al hule medio atontado por el fuerte golpetazo
de la caída…”, (Alejandro Pérez Lugín. Currito de la Cruz).
“Era un torero que prometía hule, según expresión de los aficionados, y tal
hule era el de las camas de la enfermería”, (B. Ibáñez, p.135).
“... Habrá hule, como se ha dicho siempre en España (por el hule con que
tapaban a los caballos muertos en la plaza por un ganado bravo...)”. Eduardo Haro Teglen. El País,
del 22 de diciembre de 1955
Real Academia: “Tauromaquia. Haber heridas o muerte de algún torero o picador”.
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