Carlos Abella manifiesta la perspectiva en la que basa su obra: "Hacer historia
es insertar lo cotidiano es un contexto, y para ello hay que hablar con los protagonistas con una
cierta distancia". Pide respeto por su criterio histórico y disculpas a los que no se sientan bien
juzgados por él. Su dedicatoria a los toreros deja claro su cuidado y dedicación a la tauromaquia:
“al torero, último héroe romántico de una civilización".
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