El Dr. Brian Preston, investigador principal de este estudio, que pertenece al
Insituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, indica que hasta el momento no existe
ningún estudio que explique la razón por la cual las distintas especies han evolucionado de manera
tan dispar en cuanto a necesidades de sueño se refiere.
Partiendo de la base de que el sueño es un estado aparentemente improductivo
donde los animales son vulnerables e inconscientes de lo que les rodea, estos investigadores se han
preguntado por los beneficios que reporta el sueño a pesar de asumir estos riesgos.
Este último estudio realizado por los científicos consistía en evaluar la teoría
de que el sueño mejora la función inmunológica. Si esta teoría fuese cierta, se necesitaría gran
cantidad de energía, así como un contraste de los tiempos de sueño observados en distintas especies
con datos relativos a su función inmunológica y al parasitismo.
Para llevar a cabo todo esto, primero se recogió la información de dos bases de
datos. De la base del Sistema Internacional de Información de Especies (ISIS) se recopilaron los
datos relativos a la composición sanguínea de animales sanos de zoológico, mientras que de la Base
de Datos de Parásitos de los Mamíferos (Global Mammal Parasite Database) información detallada
sobre los principales virus, bacterias y hongos que afectan a los animales salvajes.
Tras contar con toda esta información, el segundo paso fue comparar estos datos
con la información obtenida mediante un estudio exhaustivo de la bibliografía existente sobre los
patrones de sueño con o sin movimientos oculares rápidos (MOR o NMOR) de las especies.
Con estas comparativas se dieron cuenta de que al alargar los patrones del sueño
ocurrían dos cosas. Por un lado, los leucocitos aumentaban exponencialmente, hecho fiable ya que
ocurría en cuatro de las cinco especies estudiadas, mientras que por otro, descubrieron que el
alargamiento no implicaba un aumento en las proporciones de los otros componentes de la sangre lo
que llevaba a la conclusión de que el aumento de las defensas inmunológicas no implicaba un aumento
en la producción de otro tipo de células.
Otra de las relaciones obtenidas gracias a estas actuaciones tiró por
tierra algunos de los estudios realizados anteriormente, ya que quedaba demostrado que la
cantidad de leucocitos se incrementaba de forma proporcional a la prolongación de los ciclos de
sueño MOR y NMOR, pensamiento opuesto al que se tenía hasta el momento.
Por todo esto, el equipo de investigadores llegó a la conclusión de que el sueño
alimenta el sistema inmunológico y por lo tanto tiene más importancia y repercusión en el
sistema inmunológico de la que se le suele atribuir.
Los resultados de la investigación destacan: la necesidad de abordar el aumento
de las alteraciones del sueño y la reducción de las horas de sueño de la población humana,
observados durante las últimas décadas. Los investigadores recalcan la necesidad de detectar
los mecanismos fisiológicos que subyacen a la influencia del sueño sobre el sistema inmunológico
para poder establecer una relación clara entre el déficit de sueño y la propensión a padecer
infecciones.
Fuente:
www.agroinformacion.com
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