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Centro Etnográfico del Toro de Lidia
El Encaste de Miura Print page
Index    LA MORFOLOGÍA DE LOS VACUNOS DEL ENCASTE DE MIURA   
Content List
  • LA MORFOLOGÍA DE LOS VACUNOS DEL ENCASTE DE MIURA
  • LOS PELAJES DE LOS VACUNOS DEL ENCASTE DE MIURA
  • LAS VACAS DEL ENCASTE DE MIURA
  • EL COMPORTAMIENTO DEL ENCASTE DE MIURA

  • En sus más de ciento cincuenta años de existencia, la ganadería de Miura ha sido capaz de producir un toro con unas características morfológicas y de comportamiento muy definidas y fijadas. Probablemente, de todos los prototipos antiguos de la raza de lidia que aún subsisten, el de Miura es el que conserva mayor afinidad con sus orígenes y el que menos variaciones ha sufrido.

    Desde el siglo XIX los toros de Miura han presentado siempre un sello propio, que les ha hecho inconfundibles. Su gran tamaño corporal les convierte en el único prototipo de la raza que puede clasificarse como longilíneo. Esta condición se fundamenta en una estructura física muy peculiar, heredada de su predominante origen Cabrera.

    Según los tratados y las crónicas de la época, los ejemplares oriundos de esta Casta Fundacional ya eran típicamente grandes, cornalones, largos y agalgados, características que siguen marcando el sello diferencial propio de los actuales ‘miuras".

    Efectivamente, los vacunos de este hierro tienen una gran altura a la cruz y una considerable longitud corporal de cabeza a rabo. Además, están provistos de extremidades largas y su vientre es bastante recogido, aspectos que en conjunto Les confieren su característico tipo galgueño.

    A pesar de su amplitud corporal, mucho mayor que la de cualquier otro ejemplar de la raza, los toros de Miura no tienen una buena conformación desde el punto de vista de su rendimiento cárnico. Son más bien angulosos y con poco desarrollo de las masas musculares, lo cual no es inconveniente para que rebasen con facilidad los 600 kilos de peso en vivo.

    Este considerable tonelaje, su gran tamaño y desarrolladas defensas, junto con la leyenda de terror que acompaña a la ganadería, han intimidado mucho a los toreros a lo largo de la historia, aunque ahora un peso tan elevado ya no impresiona ni a los aficionados, ni a los propios diestros, al haberse convertido en bastante frecuente.

    En cualquier caso conviene señalar que el gran desarrollo de su esqueleto es el único responsable de que los "miuras" alcancen pesos tan elevados habitualmente, ya que no suelen lidiarse excesivamente gordos. Incluso en muchas ocasiones su aspecto más "vareado" hace que parezcan flacos, escurridos de grupa y con los ijares marcados.

    Independientemente de estos aspectos, toda la morfología de los ejemplares de este encaste resulta tan peculiar como llamativa.
    Su cabeza es alargada, lavada, un poco avacada en ocasiones y de perfil subcóncavo. La frente y el morro son anchos y los ojos tienen tamaño grande y una especial viveza en la mirada, que les confiere un aspecto fiero muy característico, semejante al de los toros antiguos y totalmente distinto al de los actuales vacunos de lidia.

    Las encornaduras alcanzan un grado de desarrollo bastante considerable, abundando los ejemplares corralones. Los cuernos suelen ser gruesos en la mazorca y tienen una característica inserción por detrás de la línea de prolongación de la nuca en el hueso frontal (cornitraseros). En general no suelen ser muy astifinos, más bien al contrario, aunque en cada camada se dan ejemplares que sí lo son.

    La coloración de las astas es variada, abundando los astisucios y astinegros, así como los que tienen cuernos acaramelados, que se corresponden con capas coloradas y salineras.

    En cuanto a la dirección de las astas predominan los ejemplares bien armados y los corniveletos, capachos y corniabiertos. También se dan algunos conidelanteros o ligeramente abrochados de cuerna, y más raramente cornivueltos e incluso playeros. No son frecuentes los gachos.

    El crecimiento de las encornaduras se evidencia sobre todo durante el tercer y cuarto año de vida del animal, fases en las que se dispara su desarrollo y define su dirección. Antes, mientras son erales, acusan un considerable retraso con respecto a los vacunos de las restantes ganaderías y tienen un característico aspecto abecerrado. En esa etapa son muy "paletos" de cuerna, es decir, las astas les crecen completamente hacia fuera ensanchado la cuna de lo que a partir del tercer año suele ser una armadura bastante respetable.

    Las peculiaridades morfológicas de lo "Miuras" se aprecian también en el cuello, que es muy largo, musculado, flexible, ágil, y presenta un morrillo amplio, pero no muy prominente por lo general. La papada alcanza un grado de desarrollo discreto, lo que contribuye a estilizar el conjunto de las reses.

    A pesar de su longitud, la línea dorso-lumbar suele ser bastante recta, los costillares muy anchos y los lomos igualmente amplios, mientras que el vientre es característicamente recogido (vientre de galgo).

    Las extremidades son finas y muy largas llegando a ser zancudos. Las posteriores descienden muy rectas en todo su trayecto, de forma que los corvejones apenas sobresalen sobre la línea del aplomo, característica ésta que apenas se da en otros encastes. La cola es igualmente fina, larga y con el borlón bastante poblado.

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